Oí hablar
de esta campaña por primera vez el año pasado. Una campaña a bordo de uno de
los mejores barcos oceanográficos del país, dedicada al estudio de la
biodiversidad de las comunidades microbianas profundas. Me comentaron que no habría
sitio para participar, porque hay especialistas de las tres grandes
Instituciones marinas españolas y además invitados de universidades de Austria
y Francia. Pero al final tuve suerte, pudieron encontrar un hueco para mí en el
grupo de microbiólogos del ICM de Barcelona, y me gustaría primero de todo dar
gracias a los jefes del proyecto y de la campaña por darme oportunidad de poder
disfrutar otra vez lo más bello que hay en nuestro planeta – el Mar.
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Mixa jugando a hacer un arcoiris. Foto: Pep Gasol |
Y para
que el oceanógrafo físico aprenda que el agua del Mar contiene vida, me encargaron
de realizar el muestreo de zooplancton en los primeros 100 metros de la columna
de agua mediante pescas con una red vertical. El trabajo de “pescador”, como me
llama el jefe de máquinas, es mi “tarjeta de embarque” en el grupo de los
biólogos del ICM. Espero que los resultados de mi muestreo salgan bien. Intento
hacer todo lo mejor posible.
No es la
primera vez que estoy en el “Sarmiento de Gamboa”. La úñtima campaña que realicé
en este barco fue justo un año atrás y, esta vez, al subir a bordo, tenía la
sensación que regresaba a mi casa después de estar un año fuera. Para mi estar
en el Mar es como para un creyente estar en la celebración de la misa. En el
Mar cae de mi alma la costra de suciedad costera. Aquí, rodeado por aguas de azul
turquesa, o, a veces, por grandes olas grises con espuma volando, pienso en el
sentido de la vida, pido perdón a los cercanos por los errores cometidos,
rebobino la vida y lleno de nuevo mi alma con amor, honestidad y generosidad.
Un día, pasando el estrecho de Drake pensé que unos siglos atrás Francis Drake
vió lo mismo que estaba viendo yo: las montañas, las rocas, las olas… tal vez
un par de piedras cayeron al Mar durante el tiempo que pasó entre nuestros
viajes, un par de piedras y nada más… mientras tanto cuantos eventos pasaron en
la Tierra…
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La puesta de sol de ayer. Foto: Pep Gasol |
Estando
dentro del batiscafo tenías la sensación que estabas volando sobre el fondo,
dado que el batiscafo estaba a la deriva junto con el barco. En una de estas
inmersiones se cortó la luz, y el batiscafo, conmigo dentro, empezó a subir en régimen
de alarma, es decir, más rápido que habitualmente. Cuando miré por la
ventanilla, me quedé atónito por lo que vi. Eran las estrellas que centelleaban
en el cielo terciopelado negro! En realidad era el plancton cuya fluorescencia
estaba provocada por la tensión entre las paredes del cilindro en movimiento y
el agua adyacente.
Recordando
después aquellas sensaciones pensé que centellea solo el plancton vivo. La vida
es un flash y el Mar nos enseña y nos educa que con tu flash puedes iluminar el
camino de los otros y, como con tu flash debes no molestar a los demás. El
espacio reducido del barco, la convivencia casi a nivel de hermanos, el trabajo
por turnos, la lejanía de cualquier apoyo, todo esto es una buena escuela de la
vida y los que pasan la asignatura se quedan a trabajar en el sitio más bello
del Mundo.
Mikhail
Emilianov
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