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Perfil de la ecosonda |
Me he despertado escuchando a Montserrat Caballé cantando a
Puccini y me parece que ha pasado casi un siglo desde que abandonamos las
costas de Italia, siguiendo la senda del Agua Levantina. Hoy nos hallamos a las
puertas del Mar de Alborán, una región de encuentro entre el agua Atlántica -que
penetra en el Mar Mediterráneo por la superficie, a través del Estrecho de
Gibraltar- y el agua Levantina -que sale hacia el Océano Atlántico bajo la
sombra de la anterior. Nuestro “al-Andalus marino”, cruce de caminos de dos
mares, irradia esplendor y riqueza, como ocurrió con la cultura andalusí en el
pasado. Navegamos en medio de remolinos
y meandros, que generan frentes que aumentan la productividad marina y la
acumulación de plancton. También la de sus predadores: delfines, atunes y ballenas nos han acompañado durante estos
días.
A diferencia de la cuenca oriental del Mediterráneo, casi un
desierto de vida, la cuenca occidental nos regala todo su esplendor de riqueza.
Los registros de los ecosondas del barco, casi en blanco durante la travesía
por el Mediterráneo Oriental, nos muestran ahora la presencia de distintas
capas de organismos. Entre 400 y 600 m de profundidad encontramos una acumulación
de pequeños peces y zooplancton de gran tamaño, que los científicos denominan “Deep Scattering Layer” (DSL). Parte de
esta DSL migra todas las noches a superficie para alimentarse de plancton de
menor tamaño, regresando a profundidad al amanecer. Más arriba, cerca de la
superficie, encontramos acumulaciones de
zooplancton, de tamaño más pequeño, que no migra.
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Imágen de clorofila superficial. Gentileza de A. J, González |
Hoy hemos encontrado una tercera capa que no habíamos visto
antes. Estaba situada cerca de los 200 m de profundidad y se disipaba cada vez que
la atravesábamos con la roseta. Incluso se adelgazaba con la presencia de lo
que parecía en el registro del ecosonda
un banco de peces. Al final, lanzamos una red al agua y capturamos a los
inquilinos de esta estrecha planta del rascacielos marino: eran medusas!
Pequeñas Pelagia noctiluca, como
las que invaden las playas del Mediterráneo y Atlántico oriental. Viven en
aguas abiertas y realizan migraciones verticales (como los animales del DSL),
para alimentarse de plancton y huevos de peces durante la noche; pero hay
muchos aspectos de su biología que se desconocen aún. También producen bioluminiscencia cuando se
les perturba, y la estela del barco se llena veces de luces iridiscentes, dando
la sensación que el cielo se ha desplomado sobre el mar.
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Pelagia noctiluca- Foto de Erik Schlogl |
En dos días cruzaremos el Estrecho y con nosotros el Agua
Levantina, que buscará nuevos horizontes donde extenderse y “contaminar” (como
diría la canción de Pedro Guerra) con sus secretos al Océano Atlántico.
Javier Arístegui
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