lunes, 5 de mayo de 2014

HotMix: Una campaña distinta


Oí hablar de esta campaña por primera vez el año pasado. Una campaña a bordo de uno de los mejores barcos oceanográficos del país, dedicada al estudio de la biodiversidad de las comunidades microbianas profundas. Me comentaron que no habría sitio para participar, porque hay especialistas de las tres grandes Instituciones marinas españolas y además invitados de universidades de Austria y Francia. Pero al final tuve suerte, pudieron encontrar un hueco para mí en el grupo de microbiólogos del ICM de Barcelona, y me gustaría primero de todo dar gracias a los jefes del proyecto y de la campaña por darme oportunidad de poder disfrutar otra vez lo más bello que hay en nuestro planeta – el Mar.

Mixa jugando a hacer un arcoiris. Foto: Pep Gasol
Además del interés emocional, quería participar en esta campaña por interés científico. Resulta, que un artículo que publiqué en el lejano 1985 (uno de mis primeros artículos) junto con el Profesor Fedorov, el famoso oceanógrafo soviético, se dedicaba al estudio del agua intermedia Levantina – Levantine Intermediate Water (LIW), a partir de datos históricos. Así que en HotMix tengo las condiciones perfectas para satisfacer mi curiosidad y volver al estudio de la LIW (en otro post os contaré por qué es tan interesante). Una de mis tareas consiste en el procesamiento de los datos oceanográficos, obtenidos con los equipos que permiten medir los parámetros de la columna de agua (temperatura, salinidad, oxígeno, fluorescencia, turbidez y transmitancia) y de su dinámica (la magnitud y dirección de las corrientes). Este tipo de medidas se realiza con unos equipos sofisticados y es imposible utilizarlos sin el apoyo técnico. Tengo la tremenda suerte de trabajar codo a codo con algunos de los mejores técnicos de la UTM (Unidad de tecnología Marina). Con nuestros técnicos Xavi, Alberto y Dani hemos hecho juntos varias campañas en diferentes barcos oceanográficos y en diferentes partes del Océano y junto con ellos está Xoan - un crack de la informática.
El cielo de hoy a la puesta. Foto: Pep Gasol

Y para que el oceanógrafo físico aprenda que el agua del Mar contiene vida, me encargaron de realizar el muestreo de zooplancton en los primeros 100 metros de la columna de agua mediante pescas con una red vertical. El trabajo de “pescador”, como me llama el jefe de máquinas, es mi “tarjeta de embarque” en el grupo de los biólogos del ICM. Espero que los resultados de mi muestreo salgan bien. Intento hacer todo lo mejor posible.

No es la primera vez que estoy en el “Sarmiento de Gamboa”. La úñtima campaña que realicé en este barco fue justo un año atrás y, esta vez, al subir a bordo, tenía la sensación que regresaba a mi casa después de estar un año fuera. Para mi estar en el Mar es como para un creyente estar en la celebración de la misa. En el Mar cae de mi alma la costra de suciedad costera. Aquí, rodeado por aguas de azul turquesa, o, a veces, por grandes olas grises con espuma volando, pienso en el sentido de la vida, pido perdón a los cercanos por los errores cometidos, rebobino la vida y lleno de nuevo mi alma con amor, honestidad y generosidad. Un día, pasando el estrecho de Drake pensé que unos siglos atrás Francis Drake vió lo mismo que estaba viendo yo: las montañas, las rocas, las olas… tal vez un par de piedras cayeron al Mar durante el tiempo que pasó entre nuestros viajes, un par de piedras y nada más… mientras tanto cuantos eventos pasaron en la Tierra… 

La puesta de sol de ayer. Foto: Pep Gasol
Durante los estudios de oceanografía en la Universidad Estatal de Moscú teníamos que realizar prácticas al final de cada curso académico. Cada verano nos repartían entre las campañas oceanográficas de diferentes instituciones. En 1975 me mandaron a una campaña de tres meses en el mar de Barents, al norte de Rusia. La campaña la organizaba el instituto de investigación pesquera y oceanografía a bordo de un pequeño barco de pesca de arrastre. Entre el muestreo de bacalao (tamaño, contenido del estómago y recogida de otolitos) teníamos que realizar inmersiones con un pequeño batiscafo. Era un cilindro metálico con un observador dentro. El cilindro cerraba herméticamente a bordo y bajaba con el cable hasta unos metros sobre el fondo, a la profundidad de unos 400-500 metros. El cilindro tenía una pequeña ventanita redonda y el foco de luz iluminaba una pequeña área. El observador tenía que apuntar cuantos peces pasaban por el área iluminada durante un cierto período de tiempo.

Estando dentro del batiscafo tenías la sensación que estabas volando sobre el fondo, dado que el batiscafo estaba a la deriva junto con el barco. En una de estas inmersiones se cortó la luz, y el batiscafo, conmigo dentro, empezó a subir en régimen de alarma, es decir, más rápido que habitualmente. Cuando miré por la ventanilla, me quedé atónito por lo que vi. Eran las estrellas que centelleaban en el cielo terciopelado negro! En realidad era el plancton cuya fluorescencia estaba provocada por la tensión entre las paredes del cilindro en movimiento y el agua adyacente.
Recordando después aquellas sensaciones pensé que centellea solo el plancton vivo. La vida es un flash y el Mar nos enseña y nos educa que con tu flash puedes iluminar el camino de los otros y, como con tu flash debes no molestar a los demás. El espacio reducido del barco, la convivencia casi a nivel de hermanos, el trabajo por turnos, la lejanía de cualquier apoyo, todo esto es una buena escuela de la vida y los que pasan la asignatura se quedan a trabajar en el sitio más bello del Mundo.

Mikhail Emilianov

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