I quan creieu que arribeu, sapigueu trobar noves sendes

Tras casi 10 días de travesía desde Vigo, con la mar y el viento acariciándonos de popa durante casi todo el trayecto, hemos llegado a las aguas de Creta. La entrada en el Mar Jónico ha sido, sin embargo, como la puerta del laberinto del Minotauro encerrado por el rey Minos: agitada y desconcertante. Llevamos horas y horas flotando en medio de la nada, buscando a una tripulación fantasma que supuestamente ha naufragado tras hundirse su barco; pero solo hemos encontrado cientos de cartones de tabaco en fardos embalados para el contrabando. En esta noche cerrada, únicamente iluminada por los focos del Sarmiento, flota un camión –imagen surrealista del naufragio- en un mar de nadie y de todos, pero que parece que solo es nuestro, porque nos ha tocado ejercer de guardianes del Minotauro acuático.  Meciéndonos al ritmo del camión hemos vuelto a caer en los brazos de Perseo (¿o era Morfeo?... no nos vayan a decapitar como a Medusa).

Y en medio de la noche y el desconcierto pienso en la suerte y el placer de haber compartido experiencias y convivencia con la excelente tripulación y personal técnico de mantenimiento del Sarmiento de Gamboa, con mi colega Luís Valdez (gracias por sacrificar tus vacaciones!) y con 10 estudiantes de master y doctorado, de los que, como siempre, he tenido el privilegio de aprender mucho más de lo que les he podido enseñar. Me hubiera gustado “apadrinarlos”, como en la iniciativa de “Ciencia con Futuro”, pero el salario de profesor estos días no da para heroicidades. Os deseo, de todas formas, lo mejor. Isa, Nau, Tonio, Chari, Carmen, Bea, Vanessa, Dídac, Ana, Mathilde… no perdáis ni  la ilusión ni el optimismo… a pesar del esfuerzo que está tomando nuestra “casta” política en ello. Que el “espíritu del Sarmiento” os acompañe en vuestro largo viaje a Ítaca.

Més lluny, sempre molt més lluny,

més lluny del demà que ara ja s'acosta.

I quan creieu que arribeu, sapigueu trobar noves sendes.

(Lluís Llach)

Javier Arístegui